En la liturgia tridentina, y hasta el Concilio Vaticano II, durante la Cuaresma se cubría todo lo que en el templo representaba a la Iglesia triunfante, o del cielo: retablos, imágenes, etc. En primer lugar para representar la gloria en todo su esplendor en la noche de pascua. Se le daba así a la liturgia, que cuenta con la sensibilidad de los fieles, un carácter de sobriedad, de recogimiento, de penitencia. Incluso la noche de Pascua, la Vigilia Pascual, hoy se comienza con todo apagado, para que vayamos descubriendo la Luz de Cristo y de la gloriosa Resurrección poco a poco. Con el Gloria ya se termina de encender todas las luces. Es ayudarnos a que por los sentidos nos entre el mensaje que nos trae la Liturgia sobre el Misterio de la Redención: Cristo muerto y Resucitado. A partir del Concilio Vaticano II se simplificaron las cosas, y sólo se cubre la cruz el Viernes santo para ir descubriéndola poco a poco en los Oficios de la Pasión. En fin, las imágenes del templo están cubiertas para recordar el tiempo litúrgico que se vive, y para concentrar nuestra atención en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y que no prefiramos acercarnos a las imágenes a las que somos devotos o acostumbramos visitar, sino a prepararnos espiritualmente a los momentos que se acercan.
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Enero 2015
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